top of page
Foto del escritorDr. Harry Villegas Arteaga

¿QUÉ PODEMOS ESPERAR DE LAS VACUNAS COVID-19 DE PRIMERA GENERACIÓN?

Con el paso del tiempo siguen apareciendo y testeándose vacunas y se espera su aprobación para finales de 2020, sin embargo ¿lograremos suprimir el virus?

Peiris M, Leung GM.

Lancet. 2020 Sep 21; online first.


Se espera que las vacunas de primera generación para la COVID-19 obtengan la aprobación a finales de 2020 o principios de 2021. Una suposición popular es que estas vacunas proporcionarán inmunidad frente al SARS- CoV-2 y permitir la reanudación de la "normalidad" anterior a la COVID-19. Dado el número de reproducción inicial de alrededor de 2,2, que desde entonces ha sido revisado hasta alrededor de 4, y teniendo en cuenta la sobredispersión de infecciones, quizás alrededor del 25-50 % de la población tendría que ser inmune al virus para lograr la supresión de la transmisión comunitaria.


Múltiples vacunas COVID-19 se encuentran actualmente en ensayos de fase III. La OMS recomienda que las vacunas exitosas deben mostrar una reducción del riesgo de enfermedad de al menos el 50 %, con un IC del 95 % de que la verdadera eficacia de la vacuna supere el 30 %. Sin embargo, no se está evaluando el impacto de estas vacunas COVID-19 sobre la infección y, por lo tanto, la transmisión. Incluso si las vacunas pudieran conferir protección frente a la enfermedad, es posible que no reduzcan la transmisión de manera similar.


Los estudios de exposición en primates vacunados mostraron reducciones en la patología, los síntomas y la carga viral en el tracto respiratorio inferior, pero no lograron obtener inmunidad esterilizante en las vías respiratorias superiores. Ha habido casos de reinfección por SARS-CoV-2 confirmada, pero el alcance de tal reinfección no está clara y se desconoce si la reinfección está asociada con una diseminación secundaria.


Los correlatos inmunológicos de la protección contra la infección por SARS-CoV-2 y la COVID-19 aún no se han dilucidado. Las funciones de la inmunidad de la mucosa, otras actividades biológicas de los anticuerpos (por ejemplo, citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos) y las células T en la protección conferida por la infección natural o la inmunización pasiva no están claras. 


Están pendientes de definir la prevalencia y la duración de las respuestas de anticuerpos neutralizantes después de la infección natural a través de ensayos de neutralización con virus vivos en lugar de ensayos de neutralización de pseudotipos o ensayos de ELISA no funcionales. La duración de la protección contra la reinfección por coronavirus humanos estacionales puede durar menos de un año. También es relevante saber que las vacunas antigripales pueden reducir la transmisión de enfermedades, pero que las vacunas antipoliomielíticas inactivadas son eficaces para proteger de la enfermedad pero tienen menos efecto en la reducción de la diseminación fecal del virus de la poliomielitis y, por tanto, posiblemente en la transmisión. Estas observaciones sugieren que no podemos asumir que las vacunas COVID-19, incluso si se demuestra que son efectivas para reducir la gravedad de la enfermedad, reducirán la transmisión del virus en un grado comparable.


Otra consideración importante es la estrategia de asignación de la vacuna COVID-19. Los principios generales asignarían preferentemente las vacunas a personas con alto riesgo de morbilidad grave y mortalidad. Hay dos criterios adicionales para la asignación equitativa de vacunas: el riesgo elevado de contraer la infección y el impacto social negativo. Los sanitarios en primera línea y los trabajadores esenciales, como los maestros, pertenecen a estos dos últimos grupos.


A pesar de estas premisas, las vacunas COVID-19 son necesarias, incluso si tienen un impacto mínimo en la transmisión y a pesar de la dificultad en la asignación de vacunas. ¿Las vacunas que protegen a los adultos jóvenes sanos también protegerán a los grupos vulnerables a enfermedades graves, como los ancianos y las personas con comorbilidades? Las vacunas contra la gripe, por ejemplo, son menos efectivas en poblaciones mayores que en poblaciones más jóvenes, en parte debido a la senescencia inmunológica.


Si las vacunas COVID-19 tienen una eficacia aceptable para reducir la morbilidad y la mortalidad en los grupos de alto riesgo, tendrían un papel importante, independientemente del impacto en la transmisión y la inmunidad de la población. Si las poblaciones de alto riesgo pueden protegerse mediante la vacunación, las medidas de control de la COVID-19 podrían recalibrarse. Es fundamental comunicar a los responsables políticos y al público en general que las vacunas de primera generación son solo una herramienta en la respuesta de salud pública a la COVID-19 y es poco probable que sean la solución definitiva que muchos esperan.


Referencias


https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)31976-0/fulltext?utm_source=BBDD+Usuarios+Registrados+iDoctus&utm_campaign=701234cf67-EMAIL_CAMPAIGN_2016_10_31_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_9486de566d-701234cf67-88453457

19 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


Publicar: Blog2_Post
bottom of page